Vos estás en la sombra como yo, por eso me gustas.
Y así ardió todo lo que tenia arder, supongo. Desilusión. Si, prevista.
Porque siempre volvemos acá cuando rebotamos en los extremos?
En ese consumo energético tan aburrido y repetitivo termina evidenciando que solo quiero volver a vos, lo cual es medio absurdo y un poco vergonzoso. Pero es casi, o completamente, una droga. Ver la llama en esos ojos me fascina. Tu sonrisa mi estandarte y en mi corazón devoción.
Por favor, que básico.
Corro en círculos aferrándome a los escasos minutos que tengo ante la verdad que transmite una sonrisa. Una charla. Un instante. El compartir, propiamente. Hasta que indefectiblemente se apaga y te vas con la misma voracidad con la que llegaste, por la misma puerta giratoria por la que entraste. Lo repetitivo nuevamente se torna aburrido. Tan repetitivo como las frases que adornan prácticamente todas las entradas de este blog.
Así llegamos a la -primera?- conclusión, diametralmente opuesta a lo que planeaba cuando empece a escribir esta tontera. No busco a nadie mas que a mi mejor versión. Verme arder en tus ojos. En tus ojos.. Y no es que tengas un nombre particular, no sos nadie mas que eso que siento y la persona en que me convierto cuando parecen intensificar mi luz con atención y compañía.
Por favor, que triste. Deberé ponerle algo de voluntad.
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